viernes, 23 de enero de 2009

RELATOS CORTOS


Tras de sí dejó un portazo y un apartamento ático dúplex de 130 m2 en Gran Vía, con tarima flotante, climatización, perlita y un gran ventanal a la avenida. Colocó adecuadamente los cuellos de su camisa blanca nuclear de Pedro del Hierro mirándose en el espejo del ascensor que le llevó al garaje. Caminó por entre los coches sobre sus botas de pico blancas a juego con el cinturón. Accionó el botón unlock de su llave/mando y se sentó sobre la tapicería de cuero blanca de su Mercedes Mzturbo V6 247cv EPS, rimbombantemente blanco también, con radio cd, pantalla de DvD y ambientador Air Wick agarrado a la rejilla de salida de aire. Rechinaban las ruedas agarrándose al pavimento del garaje mientras Benny Goodman interpretaba, en formato mp3, "You must meet my wife". Las calles eran suyas. Existían numerosos indicadores de esa realidad. Su colonia, su ropa interior, su peinado, las miradas con sonrisa en los semáforos, las llantas de garganta, el reloj suizo, los faros xenon. Los antebrazos fibrosos, su móvil sonando.
Esta noche era especial. La chica de hoy no era como las demás. Ni siquiera recordaba nítidamente cuánto de largas eran sus piernas, ni había imaginado su talla de sostén. Ni siquiera había fantaseado sobre la existencia o no de su vello púbico. Recordaba su sonrisa, el color de sus ojos, el blanco de sus dientes, el tacto de su piel, sus pestañas largas y rizadas. Recordaba cuando dijo, mirando primeramente al suelo para clavar posteriormente la mirada en él, "será un placer, a las diez estaré allí, esperándote." Notaba sus pálpitos en los dedos gordos de las manos que apretaban fuertemente el volante. Hacía mucho que no se sentía nervioso. Ni siquiera sonrió a la chica rubia de pechos voluptuosos que cruzó ante él en el paso de peatones, ni a la morena que regenta el quiosco burguer de la calle Rascón esquina con El Gato Negro a la que tanto había besado. Sólo pensaba en Alba, Alba, Alba, la pequeña Alba, la niña grande. Quizá su otra mitad. Quizá su yo mujer. Quizá el amor. [...]

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